"Je n'ai fait que danser ma vie" (lo único que he hecho es bailar mi vida). (Isadora Duncan, 1928) de esta frase surge el título de la exposición Danser sa vie del Centro Pompidou, desde el 24 de noviembre del 2011 al 2 de abril del 2012. El Centro Pompidou de París ha presentado una macroexposición en la que dirige una nueva mirada sobre la relación entre la danza y las artes plásticas a través de las obras de genios como Picasso, Matisse, Warhol, Pollock, Duchamp. La muestra se inicia con el inmenso óleo "La danse de Paris" de Henri Matisse (1869-1954), se sumerge en las fotografías con las que el pionero Eadweard Muybridge descomponía el movimiento y continúa con uno de los escasos testimonios en celuloide de Isadora Duncan, precursora de la danza moderna, ensayando en un jardín envuelta en una túnica blanca. Isadora unió el concepto de belleza del arte de la Grecia Clásica con el de la danza, añadiendo la gran riqueza de su método coreográfico basado en la naturalidad, en el individuo y en la comunicación armónica con el ritmo intrínseco de la naturaleza y de los movimientos naturales del cuerpo, y que surgió como un soplo de aire puro ante la artificialidad y elaboración de las coreografias de aquella época. 
La primera parte de la exposición , "La danza como expresión
propia". La relación entre la danza libre y el expresionismo .
La segunda parte, "La danza y la abstracción" sobre la forma que la interpretaron los cubistas, futuristas, la Bauhaus y la vanguardia rusa.
Por último, "La danza y la performance" se analiza la relación de la danza con el arte de la actuación de las primeras acciones dadaístas de Cabaret Voltaire hasta la invención de la obra de la bailarina Anna Halprin , los happenings de Allan Kaprow y la investigación de la Escuela de Black Hill en Carolina del Norte.
